Abandonarse...

 Me perdonarán aquellos pocos que me lean por el lamentable estado de abandono en el que ha estado sumido este pequeño rincón los últimos meses. Como se suele decir: cuando uno es feliz no escribe. Doy fe de que así es, o, al menos, a mí siempre me ha pasado. Por eso me ha invadido la más absoluta de las perezas. Escribo poco y, para colmo de males, cuando lo hago no me molesto ni en actualizar el blog. Vergüenza sobre mí. Debo añadir, además, que recientemente se ha ido una persona que, si bien nunca fue una íntima amiga, sí lo era de alguien que es como una hermana para mí. Siempre es duro cuando alguien tan joven nos deja, alguien que debería haber tenido mucho más tiempo, más suerte, más oportunidades, que aún tenía tanto por hacer, por dar, por recibir. A esa bella mujer, que fue una ávida lectora y siempre tuvo palabras de ánimo y elogios para mis relatos, le dediqué un humilde cuento que forma parte de esta precipitada y tardía actualización, y que espero os guste. Seis historias y una reseña (hasta ese punto me había rezagado!) que, si no habéis leído en mi parcela de Zenda, podéis encontrar (por fin) aquí. Gracias por vuestra paciencia y nos vemos pronto (palabra!)

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